En Alcorcón, a las afueras de Madrid, hay un sitio que no muchos conocen, pero que impresiona desde el primer momento: el Motor & Sport Institute, o MSI. Es un lugar enorme, con 12.000 m² dedicados por completo al mundo del motor, y tiene un enfoque muy particular porque mezcla formación, tecnología y preparación física y mental para pilotos, todo bajo el mismo techo. Lo diseñaron Raquel Martín y Fernando Temprano, y arquitectónicamente es tan potente como lo que ocurre dentro.

Cuando fui a fotografiarlo, mi idea era captar esa mezcla entre lo moderno de la arquitectura y la historia viva del automovilismo que se respira en cada rincón. Desde los espacios tipo claustro donde se dan las clases, hasta los talleres de fabricación, los simuladores o las zonas de entrenamiento… cada parte del edificio tiene su propio ritmo, su propia energía.

Uno de los momentos que más disfruté fue al entrar en la zona donde guardan los coches. Es, literalmente, un museo, pero con vida. Están ahí, perfectamente cuidados, y cada uno tiene algo que contar. Pude fotografiar auténticas joyas, como el Kimera EVO37 “Paula”, unidad 002 de solo 037 que existen, varios Lancia 037 y Delta S4, y una buena colección de Porsche Carrera de diferentes épocas. Es imposible no emocionarse un poco si te gusta el automovilismo.

Y no solo son coches bonitos: muchos de ellos tienen historia de verdad. Han pasado por manos de leyendas como Kankkunen, Grönholm, McRae, Märtin, Auriol… y eso se nota. No estás viendo solo máquinas; estás viendo capítulos enteros del rally, de los que marcan época.

El MSI no es solo un centro de entrenamiento o un edificio llamativo. Es un lugar donde la arquitectura y la pasión por el automovilismo se combinan de forma natural. Mi intención al fotografiarlo fue, precisamente, eso: mostrar cómo se cruza lo humano, lo técnico y lo emocional en un mismo espacio.